فَلا
تَهِنُوا وَتَدْعُوا إِلَى السَّلْمِ وَأَنتُمُ الأَعْلَوْنَ وَاللَّهُ مَعَكُمْ
وَلَن يَتِرَكُمْ أَعْمَالَكُمْ
“No
flaqueéis pues, invitando a la paz, ya que sereis vosotros los que ganen. Dios
está con vosotros y no dejará de premiar vuestras obras!.”
(El Sagrado Corán 47, 35)
«La crueldad
es la fuerza de los cobardes»
Proverbio árabe.
Hoy te llamas
Younes Abouyakud, pero has tenido muchos nombres. El cristiano antiabortista Jim
David Adkinsson, que tiroteo a los niños de la iglesia de Knoxville; el judío israelí
Baruch Goldstein, autor de la masacre en la mezquita
de Hebrón; el pagano noruego Anders Breivik, autor de la matanza en la isla de
Utoya; el ateo comunista –y mi mentor- Carlos el Chacal, que se confiesa autor
de más de 2000 muertes utilizando el eufemismo de “acciones revolucionarias”…
Todos sois el mismo.
Hoy Daesh pretende legitimar tu nombre. Como antes los cristianos del Ku Klux Klan, los judíos del Kach o los hinduistas de Babbar Khalsa pretendieron legitimar los de sus “luchadores”. Pero no importa con que dios queráis justificaros. Estáis hechos de la misma pasta. La pasta de los necios que piensan que un credo o una ideología, la que sea, vale más que la vida humana. Y desde ese mismo instante os deslegitimáis. Porque si en algo coinciden todas las religiones, es en defender la vida. Pero tu eso no lo sabes porque eres un imbécil, ignorante, que desconoce la religión que dice profesar, y que ha sido movido como un peón en el tablero del terror internacional… Como tantos otros antes que tú.
Sois fichas. Peleles. Marionetas. Manipulados por cobardes astutos y ambiciosos que utilizan vuestra ignorancia contra los justos. Os mienten. Os engañan, aprovechando vuestra ignorancia. Y seréis malditos por ello.
Lo que diferencia el terrorismo de la guerra es que en vuestro caso no hay campo de batalla en el que encararse con el adversario. Atacáis a traición. Por la espalda. Y vuestros líderes se ocultan tras la pantalla de un ordenador, o el púlpito de un templo. No pisan el tablero. Para eso estáis vosotros. Los tontos útiles. Dispuestos a desperdiciar su vida. Porque ese será vuestro legado… el olvido.
No habéis conseguido nada. Tu nombre se diluirá en los buscadores de Internet y en las hemerotecas. Como el de los asesinos de Niza, de Berlín, de Londres, de Madrid… nadie recuerda ya sus nombres. En poco tiempo desaparecerás de nuestra memoria, y no serás nada. Otra vida perdida.
Hoy Daesh pretende legitimar tu nombre. Como antes los cristianos del Ku Klux Klan, los judíos del Kach o los hinduistas de Babbar Khalsa pretendieron legitimar los de sus “luchadores”. Pero no importa con que dios queráis justificaros. Estáis hechos de la misma pasta. La pasta de los necios que piensan que un credo o una ideología, la que sea, vale más que la vida humana. Y desde ese mismo instante os deslegitimáis. Porque si en algo coinciden todas las religiones, es en defender la vida. Pero tu eso no lo sabes porque eres un imbécil, ignorante, que desconoce la religión que dice profesar, y que ha sido movido como un peón en el tablero del terror internacional… Como tantos otros antes que tú.
Sois fichas. Peleles. Marionetas. Manipulados por cobardes astutos y ambiciosos que utilizan vuestra ignorancia contra los justos. Os mienten. Os engañan, aprovechando vuestra ignorancia. Y seréis malditos por ello.
Lo que diferencia el terrorismo de la guerra es que en vuestro caso no hay campo de batalla en el que encararse con el adversario. Atacáis a traición. Por la espalda. Y vuestros líderes se ocultan tras la pantalla de un ordenador, o el púlpito de un templo. No pisan el tablero. Para eso estáis vosotros. Los tontos útiles. Dispuestos a desperdiciar su vida. Porque ese será vuestro legado… el olvido.
No habéis conseguido nada. Tu nombre se diluirá en los buscadores de Internet y en las hemerotecas. Como el de los asesinos de Niza, de Berlín, de Londres, de Madrid… nadie recuerda ya sus nombres. En poco tiempo desaparecerás de nuestra memoria, y no serás nada. Otra vida perdida.
El Califato no se impondrá en Barcelona, ni en Paris,
ni en Estocolmo… Al contrario. Estos días, en mi querida Ramblas, solo hemos
visto hermandad, solidaridad, compasión, y un amor infinito, que flota por
encima de vuestro océano de odio. Musulmanes, cristianos, budistas, sijs, ateos…
nos hemos abrazado, hemos llorado juntos, hemos rezado juntos, hemos cantado juntos.
No conseguiréis separarnos. Porque “Allah”, como reseña nuestra RAE, no es un
nombre propio. Es un nombre común. Es la palabra árabe para decir “Dios”. El mismo
Dios de los budistas, de los judíos, de los sijs o de los cristianos. No hay un Dios musulmán y un Dios de otras
religiones. Dios es el mismo para todos. Allah solo es una palabra árabe. Como قاتل
غبي que es lo que tú eres. Un estúpido asesino.
Dejaste
un reguero de muerte a tu paso. Hombres, mujeres y niños de distinta
nacionalidad, credo y raza. Cuerpos vacios de vida, desplomados sobre el
asfalto. Esa es tu obra. Y si piensas que el Profeta Muhammad (s.a.a.s.) la
aprobaría es que eres más estúpido e ignorante de lo que creía. Porque el
Sagrado Corán es muy claro: “…debes saber que tu única obligación es la de
transmitir el Mensaje”. (El Sagrado Corán 3:21).
Entre esas personas, a las que robaste la vida y
toda oportunidad de futuro, había varios musulmanes. De los de verdad. Como los
héroes musulmanes (y de cualquier otra religión, o ateos) que esa tarde
cedieron sus taxis, donaron sangre, ayudaron a tus víctimas, dando testimonio
de lo que es realmente el Islam. Pero obviamente
tú tienes tanto de musulmán, como los asesinos y torturadores del Ku Klux Klan
de cristianos.
Tu legado es un reguero de cuerpos desplomados sobre
el asfalto sin señas de identidad. Caucásicos, latínos, asiáticos… Por qué las
creencias y las ideologías no son visibles. Solo la raza lo es. Por eso tenemos
que exteriorizar esas creencias o ideas con símbolos, uniformes, banderas…
Nada nos diferencia, externamente, a los musulmanes del resto de las personas. Por eso estos días, tras la barbarie que tú has cometido, muchos de mis paisanos europeos, vuelven a mirar con recelo, a insultar e incluso a agredir, a personas de otras razas, que confunden con musulmanes. Una tez más oscura, un pelo ensortijado, una nariz más ancha o aguileña, una barba poblada… Mis paisanos, la inmensa mayoría cristianos, son tan estúpidos y superficiales como tú. Como no pueden “ver la religión” estigmatizan la raza, y deducen en resto... Eso ni siguiera es islamofobia, es simple racismo. Como el tuyo hacia quien no comparte tu visión del mundo.
Durante mi viaje al Islam tuve la oportunidad de convivir con familias musulmanas, que me acogieron en tu propio país, mientras cursaba estudios intensivos de árabe. Y descubrí que no son mejores que nosotros, los europeos occidentales. Ellos simplemente estaban al otro lado del espejo. Y juzgaban la realidad con los mismos tópicos y prejuicios que mis paisanos… esos ignorantes que hoy repletan las redes sociales de advertencias sobre la islamización de Europa; la conspiración del Islam para conquistar Al Andalus y otras estupideces parecidas.
Nada nos diferencia, externamente, a los musulmanes del resto de las personas. Por eso estos días, tras la barbarie que tú has cometido, muchos de mis paisanos europeos, vuelven a mirar con recelo, a insultar e incluso a agredir, a personas de otras razas, que confunden con musulmanes. Una tez más oscura, un pelo ensortijado, una nariz más ancha o aguileña, una barba poblada… Mis paisanos, la inmensa mayoría cristianos, son tan estúpidos y superficiales como tú. Como no pueden “ver la religión” estigmatizan la raza, y deducen en resto... Eso ni siguiera es islamofobia, es simple racismo. Como el tuyo hacia quien no comparte tu visión del mundo.
Durante mi viaje al Islam tuve la oportunidad de convivir con familias musulmanas, que me acogieron en tu propio país, mientras cursaba estudios intensivos de árabe. Y descubrí que no son mejores que nosotros, los europeos occidentales. Ellos simplemente estaban al otro lado del espejo. Y juzgaban la realidad con los mismos tópicos y prejuicios que mis paisanos… esos ignorantes que hoy repletan las redes sociales de advertencias sobre la islamización de Europa; la conspiración del Islam para conquistar Al Andalus y otras estupideces parecidas.
Pero aquellos paisanos, en este caso tuyos, que me
acogieron en su casa mientras cursaba árabe, hablaban con los mismos prejuicios
y apriorismos sobre el cristianismo. Y decían que todos los cristianos son
sucios, porque un musulmán se asea al menos cinco veces al día (una por cada salah); que todos los sacerdotes
cristianos son pedófilos (descontextualizando las noticias de la prensa); que
todos los cristianos maltratan a sus mujeres (manipulando las informaciones
sobre la violencia machista), etc. En definitiva, haciendo exactamente lo mismo
que hacen mis paisanos europeos con el Islam, pero al revés. Hasta en eso somos
iguales.
Yo estoy en una situación privilegiada. A medio camino entre dos mundos. Por eso, creo, que puedo aportar un juicio más objetivo. Y en mi juicio te condeno a la peor pena.
No en mi nombre
Yo nací cristiano. No porque lo escogiese, sino porque nací en un país católico y en una familia católica. Me educaron es los valores cristianos, como a la inmensa mayoría de mis amigos, vecinos y compañeros. Pero nunca me sentí identificado cuando alguien, muy parecido a ti, mataba en mi nombre. En el nombre del cristianismo. Nunca me sentí identificado cuando los terroristas cristianos norteamericanos atacaban con armas de fuego clínicas abortistas, “en el nombre de Jesús”; ni cuando los representantes del White Power europeo asesinaban o torturaban a un negro, un judío o un inmigrante “en el nombre de Jesús”; ni cuando los psicópatas seguidores del diabólico reverendo Kony obliga a niños de 10 o 12 años a violar y matar para convertirlos en niños soldado… “en el nombre de Jesús”. No me representaban.
Yo estoy en una situación privilegiada. A medio camino entre dos mundos. Por eso, creo, que puedo aportar un juicio más objetivo. Y en mi juicio te condeno a la peor pena.
No en mi nombre
Yo nací cristiano. No porque lo escogiese, sino porque nací en un país católico y en una familia católica. Me educaron es los valores cristianos, como a la inmensa mayoría de mis amigos, vecinos y compañeros. Pero nunca me sentí identificado cuando alguien, muy parecido a ti, mataba en mi nombre. En el nombre del cristianismo. Nunca me sentí identificado cuando los terroristas cristianos norteamericanos atacaban con armas de fuego clínicas abortistas, “en el nombre de Jesús”; ni cuando los representantes del White Power europeo asesinaban o torturaban a un negro, un judío o un inmigrante “en el nombre de Jesús”; ni cuando los psicópatas seguidores del diabólico reverendo Kony obliga a niños de 10 o 12 años a violar y matar para convertirlos en niños soldado… “en el nombre de Jesús”. No me representaban.
Tampoco me sentía identificado, cuando un catalán de
Terra Lliure, un gallego del GRAPO, un canario del MPAIAC o un vasco de ETA
mataba en mi nombre. Justificando, en haras de una ideología política, la barbarie
de Hipercor, de Los Rodeos, de California 47, de FECSA… No me representaban.
Hoy, tú no me representas. Ni a mí ni a los más de 1.500 millones de musulmanes del planeta. Porque hoy, nos guste o no, el Islám es la religión profesada por mayor número de seres humanos en el mundo. No importa que sea a causa de las conversiones, cuestiones demográficas o extensión geoestratégica… En 2017 el mayor número de templos construidos en el planeta son mezquitas. Y el mayor número de personas no ateas ni agnósticas, es musulmán. Y ni tú ni Daesh nos representas, ni actuais en nuestro nombre. Ni tampoco en nombre del Islam.
El Sagrado Corán es muy claro al respecto. Solo Allah decide quien acepta el Islam y quién no. Y si esa en la voluntad de Dios, ¿Quién eres tú o Daesh para contradecirla?:
Hoy, tú no me representas. Ni a mí ni a los más de 1.500 millones de musulmanes del planeta. Porque hoy, nos guste o no, el Islám es la religión profesada por mayor número de seres humanos en el mundo. No importa que sea a causa de las conversiones, cuestiones demográficas o extensión geoestratégica… En 2017 el mayor número de templos construidos en el planeta son mezquitas. Y el mayor número de personas no ateas ni agnósticas, es musulmán. Y ni tú ni Daesh nos representas, ni actuais en nuestro nombre. Ni tampoco en nombre del Islam.
El Sagrado Corán es muy claro al respecto. Solo Allah decide quien acepta el Islam y quién no. Y si esa en la voluntad de Dios, ¿Quién eres tú o Daesh para contradecirla?:
“No debe haber coacción en religión” (El Sagrado
Corán, 2:257)
“No es
responsabilidad tuya hacer que sigan el camino recto; pero Allah guía a quien le
place”. (El Sagrado Corán, 2:273)
“Así, a quien Allah desea
guiar le abre el corazón para que acepte el Islam”. (El Sagrado Corán, 6:126)
“Ningún alma
puede creer excepto con permiso de Allah”. (El Sagrado Corán, 10:101)
“Pero si se
apartan, tú sólo eres responsable de comunicar simplemente el Mensaje”. (El
Sagrado Corán, 16:83)
“Diles: Es la verdad de vuestro
Señor; por tanto, el que quiera creer, que crea, y el que no quiera creer, no
crea… (El Sagrado Corán, 18:30)
Y así podría seguir durante horas. Al Islam se llega
voluntariamente. Libremente. Como yo lo
hice. Como el amor, la fe no puede ser impuesta por la fuerza ni por la
violencia.
El Sagrado Corán y los hadizes son muy claros: solo
Dios tiene la potestad para juzgar y para decidir quién es o no parte de la
Umma. Si eres kafir, puedes disentir
libremente, pero si aceptas, como musulmán, que Dios es todopoderoso, ¿Quién eres
tú para imponer tu voluntad por encima de la suya?: “Mas si tu Señor hubiese impuesto Su voluntad, en verdad, todos los que
están en la tierra habrían creído juntos. ¿Obligarás por tanto, a los hombres a
hacerse creyentes?”. (El Sagrado Corán, 10:100)
Evidentemente, lo que caracteriza a una sociedad democrática, es que tu puedes disentir de el Sagrado Corán, como de la Santa Biblia… ese es tu derecho. Pero entonces no profanes el nombre del Islam para justificar tus actos. Tú no eres musulmán. Tú eres un kafir.
Evidentemente, lo que caracteriza a una sociedad democrática, es que tu puedes disentir de el Sagrado Corán, como de la Santa Biblia… ese es tu derecho. Pero entonces no profanes el nombre del Islam para justificar tus actos. Tú no eres musulmán. Tú eres un kafir.
Sois herramientas
Conocí el Islam porque mi trabajo me obligó a ello. Y conocí a muchos muyahid en Siria, Libano, Palestina, Marruecos, Túnez, Mauritania, Egipto… Para mi sorpresa algunos de los amigos de raza árabe que hice en esos países ciertamente empuñaban sus armas, mataban y morían por una patria o una ideología… pero no eran musulmanes y no me acercaron al Islam.
También conocí y conviví con luchadores de los Mártires de Al Aqsa, del FPLP, etc, que eran árabes cristianos, árabes ateos, árabes marxistas… Ellos tampoco me acercaron al Islam.
Y conocí a asesinos conversos, que no eran de raza
árabe. Como Eduardo Rozsa o mi mentor Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos el
Chacal. Y ellos tampoco me acercaron al Islam.
Me enamoré del Islam -e intento ser un buen musulmán desde entonces-, por los carpinteros, odontólogos, médicos, albañiles, fontaneros, maestros, etc, que conocí en las mezquitas. Por su ejemplo de amor desinteresado, tolerancia y generosidad.
Españoles conversos, o inmigrantes llegados desde países árabes, o no, que escapaban de la miseria, de la guerra o de la injusticia, y que cada día agradecen la generosidad de la Europa que les acogió con los brazos abiertos. No pretenden islamizar Europa, ni conquistar Al Andalus, ni siquiera expandir el Islam. Solo quieren sobrevivir y mantener a sus familias.
Ellos hacen cada día su pequeño Yihad, como manda El Sagrado Corán, intentando ser mejores personas y ayudando a sus semejantes, musulmanes o no, sin intentar imponer ninguna ideología o religión.
Me enamoré del Islam -e intento ser un buen musulmán desde entonces-, por los carpinteros, odontólogos, médicos, albañiles, fontaneros, maestros, etc, que conocí en las mezquitas. Por su ejemplo de amor desinteresado, tolerancia y generosidad.
Españoles conversos, o inmigrantes llegados desde países árabes, o no, que escapaban de la miseria, de la guerra o de la injusticia, y que cada día agradecen la generosidad de la Europa que les acogió con los brazos abiertos. No pretenden islamizar Europa, ni conquistar Al Andalus, ni siquiera expandir el Islam. Solo quieren sobrevivir y mantener a sus familias.
Ellos hacen cada día su pequeño Yihad, como manda El Sagrado Corán, intentando ser mejores personas y ayudando a sus semejantes, musulmanes o no, sin intentar imponer ninguna ideología o religión.
Es una pena que todos los que estos día llenan de mierda las redes sociales, y dictan sentencia en los debates televisivos -sin haber leído el Corán, sin haber hablado jamás con un terrorista, sin conocer el árabe, etc-, no se molesten el viernes en acudir a la mezquita más cercana. Es muy fácil, nadie les prohibirá la entrada al templo, al contario. Como nadie te impide entrar en una iglesia o sinagoga. Así podrían hablar con un poco de conocimiento. Aunque solo se encontrarán con las lagrimas de millones de musulmanes que el próximo viernes lloraremos, una vez más por vuestra causa.
Y esos musulmanes que el próximo viernes lamentarán vuestros actos y llorarán por vuestras víctimas si representan el Islam. No tú. Tú eres
un blasfemo que insultas su ejemplo. Eres como los gudaris de ETA que
estigmatizaron durante décadas a todos los vascos, y que jamás representaron el
sentir de Euskadi. Como los torturadores inquisitoriales que hicieron abominar
del cristianismo a los herejes. Como los cobardes neonazis que profanan el
paganismo justificando su violencia en una supuesta supremacía racial… Y como a
ellos, y como a todos los terroristas, te esperan solo dos destinos posibles:
la cárcel o la muerte. No hay más opciones. Te lo prometo. Lo he visto muchas veces.
Tu madre está destrozada. Como las madres de todos tus amigos, ya muertos o detenidos. Como tus primos, hermanos, y vecinos. Como toda la Umma. Todos sufrimos las consecuencias de lo que has hecho. Y eso no es Islam.
Tu madre dice que prefiere verte detenido a muerto. Yo no puedo decir lo mismo. No soy tu madre. Pero sé que no habrá premio a tu cobardía. No te espera el Paraíso. No habrá huríes ni ríos de miel. Solo el fuego del infierno.
En el cielo estarán las personas que has herido o asesinado, varios de ellos musulmanes. Ellos desplegaron sus alas en cuanto les quitaste la vida, y volaron al cielo donde no queda sitio para ti, ni para nadie como tú. Allah no lo permitirá.
Si fueses musulmán tu comportamiento debería dar ejemplo, ser modelo, pero si crees que tus actos ejemplifican el espíritu del Islam eres más estúpido de lo que creía, porque hoy, como después de cada atentado, millones de musulmanes han de echarse a la calle para expresar lo obvio: que el Islam no tiene nada que ver con el terrorismo. Informen o no informen los medios de ello. Lo acepten o no lo acepten los islamófobos a los que tanto ayudáis con vuestros actos. Y si vuestros actos contribuyen al rechazo al Islam, es evidente que no representáis a la Umma. Nunca lo habéis hecho. Y por eso, por profanar el nombre de Dios, si realmente creéis en algo, concienciaros de que solo meréis un destino: el peor.
Pero a mí no me basta con eso. Debes recoger en esta vida el fruto de tus actos. Y lo justo es que sufras el mismo dolor que has provocado a las familias de tus víctimas… musulmanes o no. Solo te espera recibir “agua como plomo fundido que te quemará el rostro” (El Sagrado Corán. 18:30)
Por cada cita “violenta” de El Sagrado Corán
existen diez citas “violentas” de la Santa Biblia, con el agravante de que el
cristianismo es cinco siglos anterior al Islam y no al revés. Desde la hija de
Jefte (Jueces 11:31) o la muerte de Ananías y su esposa (Hechos de los
Apóstoles, 5:1-10), hasta los
hijos de Aaron (Lev 10:1-3), pasando la masacre de Jeroboam (1 Reyes 15:29); la matanza de
Jonathán (1 Samuel 14:12-14); los
120.000 valientes que murieron en Judá (2 Crónicas 28:6)...
Hoy, a las siete de la tarde, la comunidad islámica catalana ha convocado una manifestación en la Ramblas. Es la enésima manifestación protagonizada por la Umma para desmarcarse de los miserables como tú. Porque el Islam no es terrorismo. Y porque no habéis conseguido borrar la vida de las calles.
Ojalá otros jóvenes, ansiosos de aventuras y de un futuro glorioso, no se dejen manipular con tanta facilidad como lo fuisteis vosotros, para cometer nuevas masacres en nombre de unos ideólogos cobardes y oscuros, que profanan el nombre de Dios cada vez que lo pronuncian. Porque el fruto de vuestros actos es irremediable. Y vuestro único premio solo puede ser la cárcel o la muerte…
Inshallah.
Tu madre está destrozada. Como las madres de todos tus amigos, ya muertos o detenidos. Como tus primos, hermanos, y vecinos. Como toda la Umma. Todos sufrimos las consecuencias de lo que has hecho. Y eso no es Islam.
Tu madre dice que prefiere verte detenido a muerto. Yo no puedo decir lo mismo. No soy tu madre. Pero sé que no habrá premio a tu cobardía. No te espera el Paraíso. No habrá huríes ni ríos de miel. Solo el fuego del infierno.
En el cielo estarán las personas que has herido o asesinado, varios de ellos musulmanes. Ellos desplegaron sus alas en cuanto les quitaste la vida, y volaron al cielo donde no queda sitio para ti, ni para nadie como tú. Allah no lo permitirá.
Si fueses musulmán tu comportamiento debería dar ejemplo, ser modelo, pero si crees que tus actos ejemplifican el espíritu del Islam eres más estúpido de lo que creía, porque hoy, como después de cada atentado, millones de musulmanes han de echarse a la calle para expresar lo obvio: que el Islam no tiene nada que ver con el terrorismo. Informen o no informen los medios de ello. Lo acepten o no lo acepten los islamófobos a los que tanto ayudáis con vuestros actos. Y si vuestros actos contribuyen al rechazo al Islam, es evidente que no representáis a la Umma. Nunca lo habéis hecho. Y por eso, por profanar el nombre de Dios, si realmente creéis en algo, concienciaros de que solo meréis un destino: el peor.
Pero a mí no me basta con eso. Debes recoger en esta vida el fruto de tus actos. Y lo justo es que sufras el mismo dolor que has provocado a las familias de tus víctimas… musulmanes o no. Solo te espera recibir “agua como plomo fundido que te quemará el rostro” (El Sagrado Corán. 18:30)
Por eso, lo mejor que puedes hacer, es entregarte. Arrepentirte.
Y ayudar a los investigadores a detener a todos los que de una u otra manera
contribuyeron a convertirte en un asesino. Y más aún, a dar testimonio, el resto de lo que te
quede de vida -que espero sea lo más dolorosa posible- de que lo que has hecho
no representa al Islam. Porque ahora mismo, en algún lugar, otros cobardes
miserables están mintiendo, a jóvenes ignorantes como tú, para convertirlos en marionetas
de sus oscuros intereses. En peones de un nuevo juego del terror. Y ni el Profeta Muhammad (s.a.a.s.), ni
Jesús, ni Moisés, ni Buda, tienen sitio en ese tablero.
No eres un terrorista islamista. Como los blasfemos del Ku Klus Klan, el IRA o el LRA no son terroristas cristianos. Porque no sois creyentes. Solo sois terroristas. No importa tras que credo os queráis esconder. Sois la misma mierda.
Cobardes que matan a personas desarmadas, a traición, sin previo aviso. No sois muyahidin. No sois guerreros. En la guerra dos bandos armados, conscientes del enfrentamiento, luchan de frente. Cara a cara. No atacan a civiles desarmados. El Profeta Muhammed (s.a.a.s.), cuyo nombre te atreves a profanar, jamás lo hizo. Ni en Meca, ni en Medina, ni nunca… Tampoco Jesús, Isa, lo hizo. ¿Cómo os atrevéis a usar sus nombres para justificar vuestras miserias?
Sois el instrumento de Iblis. De Shitán. No del Profeta Muhammad (s.a.a.s.). Porque alejáis de él a las personas. Y si os hubieseis parado un instante a reflexionar, os habríais dado cuenta de que os estaban mintiendo.
Conspirábais en la sombra. Ocultos. En una casa aislada. Porque en la mezquita no podéis preparar vuestros planes… Y si en la Casa de Allah no hay lugar para vosotros, ¿cómo os atrevéis a hablar en su nombre?
Deberías haber pensado que si tus actos iban a escandalizar a tu madre, no eran actos justos para un musulmán… ni para nadie.
Os mintieron. Queríais ser héroes. Sentiros Yuba, Al Khattab, Zarkawi… Rambos del Islam. Muyahidim. Y solo sois unos peleles manipulados por quienes mueven los hilos. Marionetas avergonzadas que deben ocultarse para trazar sus planes, porque en el fondo saben que esos planes son perversos y cobardes.
El Sagrado Corán dice: “Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados- y Allah tiene en verdad poder para ayudarles-“.(22:40). ¿Quién te combatió a ti, si no has dado opción? ¿Qué campo de batalla has pisado, si eres un cobarde? Tus suelas no tocaron las arenas de Irak, de Siria, ni de Palestina. No eres digno de llamarte muyahid. Solo eres un miserable que ataca por la espalda. Sin valor. Sin compasión. No esperes premio por ello.
No eres un terrorista islamista. Como los blasfemos del Ku Klus Klan, el IRA o el LRA no son terroristas cristianos. Porque no sois creyentes. Solo sois terroristas. No importa tras que credo os queráis esconder. Sois la misma mierda.
Cobardes que matan a personas desarmadas, a traición, sin previo aviso. No sois muyahidin. No sois guerreros. En la guerra dos bandos armados, conscientes del enfrentamiento, luchan de frente. Cara a cara. No atacan a civiles desarmados. El Profeta Muhammed (s.a.a.s.), cuyo nombre te atreves a profanar, jamás lo hizo. Ni en Meca, ni en Medina, ni nunca… Tampoco Jesús, Isa, lo hizo. ¿Cómo os atrevéis a usar sus nombres para justificar vuestras miserias?
Sois el instrumento de Iblis. De Shitán. No del Profeta Muhammad (s.a.a.s.). Porque alejáis de él a las personas. Y si os hubieseis parado un instante a reflexionar, os habríais dado cuenta de que os estaban mintiendo.
Conspirábais en la sombra. Ocultos. En una casa aislada. Porque en la mezquita no podéis preparar vuestros planes… Y si en la Casa de Allah no hay lugar para vosotros, ¿cómo os atrevéis a hablar en su nombre?
Deberías haber pensado que si tus actos iban a escandalizar a tu madre, no eran actos justos para un musulmán… ni para nadie.
Os mintieron. Queríais ser héroes. Sentiros Yuba, Al Khattab, Zarkawi… Rambos del Islam. Muyahidim. Y solo sois unos peleles manipulados por quienes mueven los hilos. Marionetas avergonzadas que deben ocultarse para trazar sus planes, porque en el fondo saben que esos planes son perversos y cobardes.
El Sagrado Corán dice: “Se da permiso para combatir a quienes son combatidos, porque han sido perjudicados- y Allah tiene en verdad poder para ayudarles-“.(22:40). ¿Quién te combatió a ti, si no has dado opción? ¿Qué campo de batalla has pisado, si eres un cobarde? Tus suelas no tocaron las arenas de Irak, de Siria, ni de Palestina. No eres digno de llamarte muyahid. Solo eres un miserable que ataca por la espalda. Sin valor. Sin compasión. No esperes premio por ello.
Odio al Islam
Ha comenzado de nuevo... como después de cada atentado. Aparecen los primeros insultos y amenazas en las paredes de las mezquitas. La extrema derecha, oportunista como siempre, intenta aprovechar el rebufo de tus actos, y algunas personas más, que hasta ahora se habían resistido a la propaganda islamofóbica, se sumarán a quienes opinan sin saber de que hablan.
Ha comenzado de nuevo... como después de cada atentado. Aparecen los primeros insultos y amenazas en las paredes de las mezquitas. La extrema derecha, oportunista como siempre, intenta aprovechar el rebufo de tus actos, y algunas personas más, que hasta ahora se habían resistido a la propaganda islamofóbica, se sumarán a quienes opinan sin saber de que hablan.
El miedo caduca. Por eso hay que renovarlo. Y lo
intentáis con cada atentado. Pero esta vez habeis fracasado. Ya no tenemos
miedo. No tinc por.
Podemos sentir rabia, asco, ira… pero no más miedo.
A las pocas horas la gente volvió a la Ramblas de Barcelona, a los puentes de
Londres, al paseo marítimo de Niza, a las calles y plazas de Berlín o Estocolmo
borrando el impacto de vuestro intento, como el agua limpió el asfalto de la
sangre de vuestras víctimas. Incluso de los niños…
Sabes lo que dice el Sagrado Corán, como la Santa Biblia, de quienes dañan a los niños. Y tus has quitado la vida a varios. Directa e indirectamente. No hay justificación para ese pecado. Y confío en que la memoria de esas víctimas torture tus sueños el resto de tus noches.
Moussa también lo era. Tenía solo 17 años. Era solo un niño. Y tú, y los miserables como tú, lo pusisteis en el punto de mira del policía que le quitó la vida. Nadie te premiará por eso. Ni en esta vida ni en la otra. Solo te espera llanto y crujir de dientes. Pero yo opino que también debes sufrir ese llanto y crujir de dientes en esta vida.
Sabes lo que dice el Sagrado Corán, como la Santa Biblia, de quienes dañan a los niños. Y tus has quitado la vida a varios. Directa e indirectamente. No hay justificación para ese pecado. Y confío en que la memoria de esas víctimas torture tus sueños el resto de tus noches.
Moussa también lo era. Tenía solo 17 años. Era solo un niño. Y tú, y los miserables como tú, lo pusisteis en el punto de mira del policía que le quitó la vida. Nadie te premiará por eso. Ni en esta vida ni en la otra. Solo te espera llanto y crujir de dientes. Pero yo opino que también debes sufrir ese llanto y crujir de dientes en esta vida.
La pluralidad
del Islam
Mis paisanos y vecinos ignoran que, de la misma
forma en que el cristianismo no es monolítico, y que católicos, protestantes,
ortodoxos, coptos, mormones, testigos de Jehova, amish, etc, conviven en la
pluralidad de eso que llamamos cristianismo, en el Islam ocurre lo mismo.
Pero además de sunitas, chiitas, wahabíes,
morabitunes, salafistas, sufíes y tantas otras formas de entender el Islan,
existen los estúpidos. Los instrumentos del terror. Como tú. Como todos los que
matan inocentes en nombre de Allah, de Jesús, de Moisés, de Krsna o de Buda. Solo
sois el eco de quienes mueven vuestros hilos. No representáis a nadie.
Mis paisanos hoy braman contra el Sagrado Corán, tan
ignorantes como tú, sin saber que de leer aquello que condenan sin conocer,
encontrarían capítulos enteros dedicados a Jesús, a la Virgen María y sus
padres, a Moisés, a Noe, a Abraham y a tantos otros profetas del Antiguo y
Nuevo Testamento. Olvidan que, igual que la Santa Biblia heredó parte del
Talmud judío, el Sagrado Corán, heredó el legado de la Santa Biblia cristiana.
Es más lo que nos une que lo que nos diferencia, aunque los estúpidos como tú,
y como los paisanos que ahora braman contra el Islam, os empeñéis solo en ver
lo que nos diferencia. Tú has tomado a Dios “a tu deseo perverso” (El Sagrado
Corán, 25:44), y mis paisanos europeos han hecho lo mismo. Pero Dios no es vuestra
propiedad ni vuestra excusa. Dios es de todos, o no es.
Mis vecinos manifiestan contra el
Islam, como yo lo hacía antes de conocerlo. Desde la ignorancia.
Braman contra una religión que desconocen,
haciendo exactamente lo mismo que tú y quienes te manipularon: sacando de contexto
citas de El Sagrado Corán. Fragmentos que, malinterpretados, supuestamente justifican
la violencia. Ignorantes. Olvidan que otros, antes que ellos, hicieron lo mismo
con citas de La Santa Biblia que sirven exactamente para lo mismo: para
justificar la muerte de los negros, de los judíos, de los infieles…
La
lista de lapidaciones,
decapitaciones, violaciones, masacres, suicidios y torturas que salpican las
páginas de la Santa Biblia cristiana -como de la Torah judía- es interminable.
Y desde la Santa Inquisición o las Santas Cruzadas, al actual Ku Klux Klan
norteamericano o el IRA irlandés, miles de psicópatas, ignorantes y asesinos,
como tú, buscaron en esos versículos bíblicos descontextualizados una
justificación a sus crímenes. Aunque, por mucho que nos esforcemos en satanizar
al Islam, ni siquiera los miserables blasfemos de Boko Haram -y las 200 niñas
secuestradas en Chibok que ya nadie recuerda-, pueden acercarse de lejos al
número de víctimas y la sádica crueldad del “cristiano” reverendo Josep Kony y
su Ejército de Resistencia del Señor (LRA) en Africa. Kony viola, mata y
tortura con un machete en una mano y una Biblia en la otra.
¿Se trata de eso? ¿De matar más y mejor en el
nombre de Dios? Los asesinos que os escudáis en el Islam todavía tardareis
cinco siglos en alcanzar a los asesinos que se escudan en el cristianismo o en
cualquier otra religión. Solo es cuestión de tiempo. Pero no sois mejores. Nada
os diferencia.
Como nada os diferencia de los terroristas laicos de
todos los tiempos. Mi generación parece creer que el terrorismo se inventó el
11 de septiembre de 2001. Tenemos poca memoria. Pero durante los seis años que
pasé sumergido en el terrorismo internacional conocí a miembros históricos de
Hizbullah, de ETA, de Al Qaeda, de las FARC, del ELN, etc, que refrescaron la
mía.
A pesar del horror que nos inspira cada nuevo
atentado, todavía tienen que producirse muchos cientos de víctimas para igualar
las aterradoras estadísticas del terrorismo que asoló Europa en los años 70 y 80
del siglo pasado.
Hoy parece que nadie recuerda los 168 muertos y casi 650 heridos en la masacre de Oklahoma City; los 259 muertos en el avión de Lockerbie; los 85 muertos y 300 heridos en la AMIA argentina… No. El terrorismo existía mucho antes de que nadie acuñase el término yihadismo. Pero eso no te justifica, ni mengua un ápice tu responsabilidad… al contrario. La acrecienta. Porque si la historia del terrorismo ha demostrado que jamás ha servido para conseguir absolutamente ningún cambio político o social, persistir en la vía de la violencia solo puede ser considerado un agravante de vuestra estupidez.
Hoy parece que nadie recuerda los 168 muertos y casi 650 heridos en la masacre de Oklahoma City; los 259 muertos en el avión de Lockerbie; los 85 muertos y 300 heridos en la AMIA argentina… No. El terrorismo existía mucho antes de que nadie acuñase el término yihadismo. Pero eso no te justifica, ni mengua un ápice tu responsabilidad… al contrario. La acrecienta. Porque si la historia del terrorismo ha demostrado que jamás ha servido para conseguir absolutamente ningún cambio político o social, persistir en la vía de la violencia solo puede ser considerado un agravante de vuestra estupidez.
En el siglo XXI, paradogicamente, involucionamos, y
volvemos a disfrazar con argumentos místicos la lucha armada.
Es fácil buscar en un texto religioso, escrito durante conflictos bélicos, como El Sagrado Corán, y encontrar citas aisladas como: “Matadlos donde quiera que los encontréis” (Corán, 2-191), que hoy tanto le gusta reproducir a mis compañeros periodistas -para ilustrar sus argumentos islamófobos-. Pero olvidan que cinco siglos antes de que se redactase el Sagrado Corán, en la Santa Biblia encontramos exactamente los mismos textos: “…y destuiréis en el todo lo que tuviere: y no te apiades de él: mata hombres y mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos.” (1 Samuel 15:3 ). ¿Qué significa esto? Nada. Tan solo que los pueblos del libro tenemos una historia común, paralela. Con sus virtudes y sus miserias.
Cualquier musulmán, cristiano o ateo de bien, sabe contextualizar históricamente esas citas. Y los libros no conducen furgonetas por la Ramblas de Barcelona, ni por los puentes de Londres, los paseos marítimos de Niza o las plazas de Berlín. Eso lo hacen los hombres. No Dios. Y esos hombres, y no Dios ni las escrituras, son los responsables de esos actos. Y lo justo es que paguen por ello.
Es fácil buscar en un texto religioso, escrito durante conflictos bélicos, como El Sagrado Corán, y encontrar citas aisladas como: “Matadlos donde quiera que los encontréis” (Corán, 2-191), que hoy tanto le gusta reproducir a mis compañeros periodistas -para ilustrar sus argumentos islamófobos-. Pero olvidan que cinco siglos antes de que se redactase el Sagrado Corán, en la Santa Biblia encontramos exactamente los mismos textos: “…y destuiréis en el todo lo que tuviere: y no te apiades de él: mata hombres y mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos.” (1 Samuel 15:3 ). ¿Qué significa esto? Nada. Tan solo que los pueblos del libro tenemos una historia común, paralela. Con sus virtudes y sus miserias.
Cualquier musulmán, cristiano o ateo de bien, sabe contextualizar históricamente esas citas. Y los libros no conducen furgonetas por la Ramblas de Barcelona, ni por los puentes de Londres, los paseos marítimos de Niza o las plazas de Berlín. Eso lo hacen los hombres. No Dios. Y esos hombres, y no Dios ni las escrituras, son los responsables de esos actos. Y lo justo es que paguen por ello.
Hoy, a las siete de la tarde, la comunidad islámica catalana ha convocado una manifestación en la Ramblas. Es la enésima manifestación protagonizada por la Umma para desmarcarse de los miserables como tú. Porque el Islam no es terrorismo. Y porque no habéis conseguido borrar la vida de las calles.
Ojalá otros jóvenes, ansiosos de aventuras y de un futuro glorioso, no se dejen manipular con tanta facilidad como lo fuisteis vosotros, para cometer nuevas masacres en nombre de unos ideólogos cobardes y oscuros, que profanan el nombre de Dios cada vez que lo pronuncian. Porque el fruto de vuestros actos es irremediable. Y vuestro único premio solo puede ser la cárcel o la muerte…
Inshallah.
Antonio Salas